Hace casi 30 años plantamos un pequeño eucalipto en frete a la masía: su tronco podía rodearse con la palma de una mano, y no era más alto que un arbusto. Ahora se alza imponente, frondoso, siempre danzando al son de nuestra tramontana. De allí el nombre de esta habitación, una de nuestras habitaciones más grandes y espaciosas. Como todas, cuenta con todas las comodidades: un amplísimo baño, dotado de una enorme ducha, una cama grande cómoda para descansar, sofá, nevera, aire acondicionado y calefacción, armario y un escritorio. Y en el exterior, a la sombra del eucalipto, y en frente de nuestro salón de los desayunos, un fantástico porche en el que leer, tomarse una copa de vino o, simplemente, relajarse mientras se observa al inmenso e impávido árbol se zarandea, impregnando el aire con su característico olor.